Ustedes sabían que todo en la vida es divertido, siempre y cuando las cosas no nos ocurran a nosotros sino a otras personas. Escuchen esta anécdota que les voy a contar, que mientras mis compañeros de Éxodo la recuerden no se les va a olvidar… LA ANÉCDOTA DEL CHICHARRON DE CIEN PATAS

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Éxodo, así como los demás programas de la institución, se encuentra dividido en equipos interdisciplinarios para brindar la atención a los usuarios. Cada tanto tiempo se hace un desayuno colectivo como estrategia de cohesión grupal, estando a cargo de un equipo de trabajo. La idea es llevar ya todo listo para compartir, no hay que cocinar solo se debe servir. ¡Platicos llenitos de colesterol con un chocolate exquisito en el punto perfecto para que el diabético pase a un mundo mejor!
Pero un día, hace algunos años atrás, cuando Fray Salvador estaba en la dirección de la Escuela, el equipo que le correspondía ese día el desayuno, se levantaron más guapos que: aguantarse a la media noche esas ganas de cantarle la tabla a la vida al golpearse el dedito pequeño del pie en medio de esa desesperante oscuridad y con la vejiga que yo aguanta más. ¡Ayyyy que dolor!
Como les parece pues, que los muy ociosos desafiaron la voluntad de Dios trayendo hornilla, arepas y chicharrón, todo crudo para asar. ¡Por Dios que aun no entiendo cómo se les ocurrió ¡literal!: Tremenda marranada, superaron pues las que se hacían en diciembre en los barrios de Medellín por allá en los 90’. Pensemos por un momento, en qué programa y en qué jornada laboral habitual de la institución, ¿se podrá montar una fritanga? Pero la verdad, es que ese equipo fue muy bello y lo único que querían era hacer algo muy especial, ya que cada desayuno colectivo se ha convertido en nuestra pruebita de amor.
Bueno, ahora sí, sigo con la narración de esta historia. Si han entrado a la sede del programa se han dado cuenta de lo pequeño que es. Me cuentan los compañeros que ese día en el módulo donde se ubicaba antes Martica la secretaria, donde precisamente es más laberintico el espacio, bajaron del escritorio al suelo, el computador, montándose ahí la hornilla ¡con su buen chicharrón!
Mientras todos estaban en sus puestos de trabajo, menos los encargados del desayuno, se escuchó lo peor:

  • ¡Qué es estoooooo, qué es ese olor a chunchurria, Sandraaaaaa! era el vozarrón de nuestro admirado y recordado Fray Salvador ¡ni yo me alcanzo a imaginar el cómo se sintieron todos en ese momento, estoy segura de que a Sandra Villa no le entro ni el aire, es más creo que sentía algo así como la canción aquella de Garibaldi: Yo tengo una bolita que me sube, y me baja, ay, que me sube y me baja, yo tengo una bolita que me sube, y me baja, ay, que me sube y me baja (¿la recuerdan?)
    Entre tanto, los gourmets de la chunchurria para que Fray nos los cogiera con las manos en la grasa no vieron más que esconder la hornilla en el baño más cercano y ahí, donde uno se sienta por horas a ver los estados del celular mientras se ocupa de lo suyo, si ahí, dentro del sanitario la hornilla fue a parar con chuncurria y todo. ¡Hasta ahí les llego el desayuno, la pruebita de amor, el refrigerio con el dulce que hacen los jóvenes con el Pana, incluso el almuerzo que las tías hacen con tanta dedicación!, porque me cuentan que con esa situación quedaron más aburridos que: celador haciendo el nocturno sin radio. Y a la final, por allá en la tarde, no tuvieron más que empacarse cada uno: una tiesa arepa y un crudo chicharrón.
    Colaborador, Compañero, Amigo y Hermano Amigoniano, con este este testimonio de mis compañeros y que está siendo por mí hoy narrado, queremos traerles está ANÉCDOTA DEL CHICHARRÓN DE CIEN PATAS, que más que un suceso es una enseñanza sobre el: “qué no se debe hacer en el quehacer Amigoniano”.
    Y bueno, tenemos que admitir que seguimos con el desayuno de trabajo, porque para fortuna nuestra el Padre Jacinto por allá no pasa tan temprano. ¡No Mentiras!, mejoramos la estrategia, nos hemos sujetado a las reglas del cartel de la coca: coca con buñuelos, coca con arepas, coca con chorizos, coca incluso con la morcilla que nos mete Walter Mazo, donde sabe mejor la tripa que su contenido… ¡ojo padre Jacinto que por allá lo esperamos!
    PD: Si nos ganamos los 100.000 pesos, ya tenemos la primera cuota de la marranada que estamos organizando con Fray Salvador. Rin, rin renacuajo con este regaño ya Éxodo quedo traumado.
admin

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